La adolescencia es una etapa maravillosa para experimentar, para auto-conocernos, para investigar las diferentes personalidades a través de gustos musicales, ropas, colores, zapatos, pelo…
Pero también, es una etapa donde un día puedo sentirme pleno y feliz por haber conseguido un objetivo, y al día siguiente sentirme inepto o fracasado y pensar que “no valgo para nada”.
¿Si esa experimentación la traduces en tu cuerpo de forma fija y permanente, que sentido tiene ya la adolescencia?
Ese sentido de experimentar para descubrir el ser humano que quieres llegar a ser y no quedarte limitado en el personaje desaparece hoy en día. Así que me planteo a través de esta ilustración:
¿Lo que me influye me limita o me libera?